Los cigarrillos electrónicos, el tipo predominante de Sistema Electrónico de Administración de Nicotina (SEAN), fueron originalmente diseñados para reducir el consumo de tabaco reemplazando los cigarrillos de tabaco, y hay evidencia limitada pero creciente de que están ayudando a algunos fumadores a abandonar el tabaco combustible. Lo más importante de la evidencia disponible es que usar cigarrillos electrónicos de última generación es sustancialmente menos perjudicial que consumir cigarrillos de tabaco. Sin embargo, hay inquietudes permanentes sobre el daño causado por los cigarrillos electrónicos, especialmente en lo relacionado con los efectos inciertos a largo plazo del consumo de nicotina a falta de tabaco combustible y las interacciones del líquido electrónico calentado con el tejido pulmonar sensible. También hay preguntas sobre si los cigarrillos electrónicos podrían hacer que los ex-fumadores vuelvan a consumir nicotina, y algunos argumentan que la exposición previa a cigarrillos electrónicos es un nexo causal o «puerta de entrada» para que los jóvenes empiecen a fumar cigarrillos de tabaco.
Los cigarrillos electrónicos presentan varios desafíos normativos y los legisladores y los gobiernos continúan luchando sobre cómo reglamentarlos de manera eficaz. La cuestión más básica es si acaso estos nuevos productos de nicotina deben tener acceso alguno al mercado. Al menos 36 países prohíben completamente las ventas del cigarrillo electrónico o permiten las ventas del dispositivo, pero prohíben la venta del líquido electrónico con nicotina. Este enfoque es comprensible para los países con una prevalencia de tabaquismo muy baja donde introducir un nuevo producto con nicotina podría socavar los esfuerzos de control del tabaco. La mayoría de los gobiernos están probando una serie de otros enfoques para controlar el acceso al mercado, que van desde enfoques permisivos (por ej., similar a los productos de tabaco existentes) a enfoques más restrictivos (por ej., requerir la autorización de las autoridades de la salud antes de dar entrada al producto en el mercado y de forma permanente).
Además del acceso al mercado, hay varias otras políticas a considerar. Primero, ¿se deben aplicar las regulaciones existentes para los cigarrillos de tabaco (por ej., impuestos sobre el consumo, prohibiciones de uso público y restricciones de comercialización), a los cigarrillos electrónicos, y en qué medida? Hay que considerar que mucha publicidad de cigarrillos electrónicos está abiertamente dirigida a los jóvenes, como recuerda la publicidad de cigarrillos en el pasado reciente. Además, muchos países tienen normativas de seguridad de estos productos concernientes al contenido del líquido electrónico, envases seguros para niños, calidad y concentración de la nicotina, saborizantes y otros ingredientes.
Por último, los legisladores necesitarán considerar qué normativas deben aplicar a productos de «calentar pero no quemar» (heat-not-burn) que calientan el tabaco procesado de manera controlada en vez de encenderlo. Es probable que sean más perjudiciales que los cigarrillos electrónicos porque contienen tabaco, y las primeras evidencias muestran que contienen niveles considerablemente más altos de toxinas que los cigarrillos electrónicos. No habrá mucho tiempo para decidir: los productos de calentar pero no quemar (heat-not-burn) ya están ganando participación en el mercado rápidamente en Japón y han sido introducidos en más de 25 países.