Cuando se piensa en detener una epidemia, los impuestos no son generalmente no son la primera cosa que nos viene a la mente. Aun así, tal vez la medida más efectiva para reducir el consumo del tabaco es cobrar impuestos sobre los productos del tabaco. Algunos países ya están usando con éxito los impuestos para reducir las tasas de tabaquismo, obteniendo beneficios en salud e ingresos significativos e inmediatos. Si bien no hay un nivel impositivo máximo, algunos establecieron metas ambiciosas, tal como la meta de Nueva Zelanda de aumentar el costo de un paquete de cigarrillos a 30 dólares de Nueva Zelanda (aprox. 20 dólares estadounidenses) a través de impuestos sobre el consumo. Desafortunadamente, en la mayor parte del mundo, principalmente en las partes más pobres, aún se demoran en implementar altos impuestos al tabaco.
El mecanismo detrás de los impuestos al tabaco es sencillo. Un aumento impositivo suficientemente grande aumentará los precios de los productos del tabaco. Mediante la observación de la conducta de los fumadores, los investigadores han determinado que en promedio un aumento de 10% en los precios de los cigarrillos hace que el consumo de cigarrillos disminuya entre 2% y 8%. Incrementar el precio del tabaco es muy efectivo en reducir su consumo, especialmente en las poblaciones más vulnerables, como los jóvenes y las personas con ingresos más bajos, porque estos grupos son especialmente sensibles al aumento de precio. Los aumentos impositivos frecuentes y considerables son especialmente necesarios en los países donde el poder adquisitivo va en aumento. Cuando los ingresos aumentan más rápido que los precios del cigarrillo, las personas pueden comprar más tabaco, alentando el consumo. El aumento de los impuestos sobre el consumo son una manera comprobada y efectiva de hacer que los cigarrillos y otros productos del tabaco sean menos asequibles.
A nivel mundial, todavía tenemos que percatarnos de las oportunidades importantes para mejorar la salud a partir de los impuestos al tabaco. Por ejemplo, usando solo los impuestos al tabaco, los países podrían alcanzar de manera realista el objetivo de la Organización Mundial de la Salud de una reducción relativa del 30% en la prevalencia del tabaquismo para 2025. Desafortunadamente, muchos gobiernos aún están renuentes a aumentar los impuestos, porque a menudo se basan en los reportes de la industria tabacalera que generalmente sugieren que un aumento adicional en los impuestos causará una disminución en los ingresos impositivos o un aumento masivo en el contrabando de cigarrillos. Algunos estudios independientes han mostrado que estos alegatos generalmente son muy exagerados; los aumentos a los impuestos traen ingresos adicionales para el gobierno, mientras que el comercio ilegal de los productos del tabaco puede ser controlado en tanto se mantienen los precios altos. Cuando esté en vigor, el Protocolo para la eliminación del comercio ilícito de productos del tabaco proporcionará herramientas poderosas para combatir el contrabando de cigarrillos a nivel mundial.