Como indicamos al inicio de este libro, el consumo mundial del tabaco está disminuyendo. Esto se debe en gran medida a que muchos países están implementando programas exitosos para el control del tabaco. Gradualmente, la comunidad de control del tabaco está «normalizando» sus intervenciones. Por ejemplo, hace una década, solo 10 países contaban con políticas antitabaco integrales mientras que hoy son 55 con casi 23 cerca de alcanzarlas. Para los que son afortunados de vivir en ambientes sin tabaco, es gracias a estos esfuerzos que encontrar a alguien fumando en un restaurante hoy día se siente tan discordante. Una vez que una sociedad se ha adaptado a una norma antitabaco, se vuelve difícil entender porqué alguna vez se toleró el consumo de tabaco. No obstante, aún hay más trabajo por hacer.
Muchos partidarios del control del tabaco aspiran al llamado «final de juego» para el tabaco, y dichas perspectivas varían considerablemente, desde la erradicación completa del consumo del tabaco a disminuciones en la prevalencia a un 5% o menos. Si bien aspirar es importante, enfatizamos que la implementación y el cumplimiento firme de las estrategias comprobadas harían sin duda que la prevalencia del tabaco disminuya considerablemente y mantendrían dicha baja prevalencia en un nivel bajo. El obstáculo más grande en muchos países sigue siendo la falta de voluntad. Algunos funcionarios del gobierno aún están reacios a llevar a cabo sus compromisos con el Convenio Marco de la OMS (CMCT-OMS), y en términos más generales, a comprometer recursos suficientes para promover el bienestar social por medio de un control integral del tabaco.
Aunque hubo pequeñas victorias en la Séptima Conferencia de las Partes del Convenio Marco de la OMS (CMCT-OMS) a fines de 2016, también hubo señales perturbadoras de gobiernos indiferentes al control del tabaco. Incluso peor, algunos delegados oficiales promovieron mensajes notablemente similares a los de la industria tabacalera. Esta dinámica refuerza que la industria sigue siendo una fuerza poderosa y omnipresente a nivel mundial, la cual no debe ser subestimada. Sin embargo, una orientación global emergente hacia la prevención de enfermedades no transmisibles y el posicionamiento creciente del control del tabaco en la agenda de desarrollo, están ayudando a desafiar el poder de la industria.